martes, 4 de noviembre de 2014

BIBLIOGRAFÍA 7

O´Conell SC, Bare BG. Valoración y tratamiento de pacientes con trastornos hepáticos. Brunner & Suddarth's Textbook of Medical-Surgical Nursing. Vol II. 10ª ed. México, D.F: McGraw-Hill Interamericana; 2005. p. 1187-1195.

De este libro me ha parecido interesante la parte que hace mención a la hipertensión portal y a su fisiopatología pues esta es una de las complicaciones de la cirrosis hepática de la cual tanto se ha hablado en clase. La hipertensión portal ocurre por la obstrucción de la circulación sanguínea a través del hígado dañado lo que incrementa la presión en todo el sistema venoso portal. La hipertensión portal suele relacionarse con la cirrosis hepática, pero también aparece en caso de hepatopatías no cirróticas. Si bien la esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo) con posible hiperesplenismo es una manifestación común de hipertensión portal, dos de sus consecuencias importantes son ascitis y varices. En las ascitis, el líquido se acumula en la cavidad abdominal, y aunque suele ser resultado de lesiones hepáticas, también puede presentarse en trastornos como el cáncer, nefropatía o insuficiencia cardiaca. Las varices son dilataciones venosas que se desarrollan por las presiones altas transmitidas a todas las venas que drenan hacia el sistema portal; son propensas a la rotura y a menudo originan hemorragias masivas en la parte alta del tubo digestivo y el recto. Además las anormalidades de la coagulación sanguínea, que a menudo se observan en pacientes con hepatopatía grave, aumentan la posibilidad de hemorragia.
También me ha perecido interesante hacer referencia a la paracentesis que fue nombrada en clase pero no se profundizo mucho en clase sobre esta, la cual consiste en la eliminación de líquido (ascitis) de la cavidad peritoneal mediante una pequeña incisión quirúrgica o punción a través de la pared abdominal que se lleva a cabo en condiciones estériles. En algunos pacientes es necesario el control ultrasonográfico en virtud de su alto riesgo de hemorragia, debido a su perfil de coagulación anormal, o porque se han sometido con anterioridad a operaciones abdominales y es posible que tengan adherencias. Esta técnica, considerada alguna vez como el tratamiento normal para ascitis, ahora se realiza más bien para estudios diagnósticos del líquido obtenido, corrección de ascitis masiva resistente a tratamiento nutricional o con diuréticos y que causa problemas graves al paciente, y preparación para otras técnicas, como estudio de imágenes, diálisis peritoneal o cirugía. Se envía al laboratorio una muestra del líquido ascítico para análisis, como recuento celular, niveles de albúmina y proteínas totales, cultivos y, en ocasiones, otros estudios. Está demostrado que una paracentesis de gran volumen (5 a 6 litros) es un método seguro para tratar la ascitis grave. Esta técnica, combinada con la infusión intravenosa de albúmina baja en sal u otro coloide, se ha convertido en el tratamiento estándar de la ascitis masiva refractaria.
Por último profundizar algo mas en las varices esofágicas mencionadas anteriormente como consecuencia de la hipertensión portal, la hemorragia o sangrado de estas varices esofágicas ocurre en cerca de la tercera parte de los pacientes con cirrosis y varices. La tasa de mortalidad derivada del primer episodio hemorrágico es de 45% a 50%, pues este trastorno es una de las causas principales de muerte en pacientes con cirrosis. La tasa de mortalidad aumenta con cada episodio hemorrágico subsiguiente.

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